El templo romano típico estaba edificado sobre una base elevada (podium) con una escalera de acceso frontal que conducía a un vestibulum, que solía tener dos filas de columnas, y desde el cual se accedía a la cella (la naos o sala principal del templo), que ocupaba el resto del espacio del podium. A veces se hacía una hilera de columnas alrededor de todo el templo, pero, al ocupar la cella todo el resto del podium, se adosaban a los muros unas pilastras semicirculares. Y así se simulaban las columnas por los laterales y en la parte posterior del templo.
El culto (oraciones y sacrificios) se hacía fuera y los templos en sí estaban destinados a ser la casa de la divinidad a la cual se honraba. Dentro solo había la imagen del dios o diosa y las ofrendas de los devotos.
Los templos de muchas colonias y municipios solían estar dedicados a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva).
Los templos de muchas colonias y municipios solían estar dedicados a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva).