¿Qué es una muralla?
Todas las ciudades estaban defendidas por murallas que discurrían por los límites fundacionales establecidos por el sacerdote con la ayuda de un arado. Constaban de un doble muro de sillares con un espacio entre ellos que se rellenaba con piedras y tierra, y que constituía una vía de circulación para la vigilancia y defensa de la ciudad. Además, para reforzar la seguridad de la muralla y evitar el acceso subterráneo a la ciudad, el muro exterior se extendía unos cuantos metros bajo tierra. La parte superior estaba protegida por almenas (pinnae).
A cada lado de las puertas, en las esquinas y regularmente a lo largo de la muralla, se construían torres de defensa (turres), de planta cuadrada o semicircular, que sobresalían del muro exterior, y estaban rematadas con almenas. Las entradas principales (portae), que solían ser monumentales, tenían pasos separados para vehículos y para viandantes y se cerraban con gruesas puertas de madera recubiertas por planchas metálicas.
La puerta estaba flanqueada por dos torres de planta rectangular. Se conserva el umbral, que es una pieza de mármol reutilizado de 3 metros de ancho, donde se encajaba la puerta. Junto a la torre Norte se conserva el único tramo de la muralla de la ciudad documentado arqueológicamente, construido con un zócalo de mampostería de grandes dimensiones y un alzado en tapial. En el edificio encontrado junto a la puerta se conservan restos de una fuente adosada al muro: parte de la pila de opus signinum y una tubería de plomo.